Tienda de Sombreros

Un pequeño sombrero adornado de una gran flor y malla negra, cubría sus ojos exageradamente maquillados de azul turquesa metalizado. Su tez blanca hacia resaltar sus  labios provocativos pintados de rojo carmesí. El público lleno de ovación gritaban su nombre. Ya no había vuelta atrás. Mirándose al espejo se coloca sus guantes de cuero negro que le llegaban hasta el codo. Y con un toque elegante se envuelve en su abrigo de piel.
—Esta es mi noche—dijo tratando de convencerse de que había tomado la decisión correcta.
Había soñado con estar ahí. Con escuchar los flashes de las cámaras capturando su salida al escenario. Saludar mirando al horizonte como reina de belleza en pasarela. Y aunque muchos dijeran que si lo hacía una vez, estaría sellando su pasaporte para entrar a un laberinto sin salida. No le importaba. Estar ahí lo valía. Retocó su labial, se aplicó perfume justo detrás de las orejas. y caminando firme sobre sus tacones, abrió la puerta de su camerino y salió. Una voz tímida llamó su atención cuando le dijo:

—Disculpe Don Raúl, soy la encargada de la tienda. Su esposa me pide que le diga que ya puede pagar la cuenta. ¿Desea que incluya el sombrero y los guantes que lleva puestos?.



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